sábado, 19 de octubre de 2013

CURSOS DE ADIESTRAMIENTO CANINO - El Adiestramiento del Perro

Todo perro posee por naturaleza propia una gran riqueza de cualidades psíquicas que, unidas a una conformación idónea, representan una sólida base para el adiestramiento, desde los simples ejercicios de obediencia hasta el adiestramiento especializado.

La primera etapa del adiestramiento es aquélla en la que el cachorro aprende a obedecer a su amo. Así, por los hechos, comprende a la perfección que existe un dueño, que éste quiere o no quiere que haga algo, que hay cosas que pueden hacerse o no pueden hacerse y que, debido a ciertos gestos y tono de voz que el perro asocia, puede o no llevar a cabo determinadas acciones.

Sin embargo, las pruebas de obediencia constituyen un paso ulterior, aunque de importancia básica, para la utilización del perro en algún trabajo. Estas pruebas, que pueden compararse con el paso de un niño de párvulo a la escuela, consisten en algunos ejercicios fundamentales. Si el perro no los aprende a la perfección, no podrá pasar de curso.

Partiendo de la base de que no se adquiere un perro sólo para disfrutar de su compañía, reduciendo sus actividades a la posibilidad de satisfacer sus necesidades fisiológicas durante un paseíllo más o menos corto, hemos de suponer que, por el contrario, se quiere obtener de él un mínimo de disciplina, evitando con ello que se convierta en un perro torpe y mal educado, con el consiguiente peligro para sí mismo y para los demás.

Será necesario, pues, dedicar algo de tiempo a enseñarle las cosas más importantes. Hay quienes creen que la obediencia se obtiene mediante la vara y los zapatazos (las patadas son muy frecuentes en el maltrato a un perro). Esos precisamente son los responsables de la existencia de animales obtusos, debido a las continuas frustraciones, o de perros excesivamente tímidos, casi enfermizos, aterrorizados ante su amo, a quien lamerán la mano, no por amor, sino por miedo. O de perros feroces, peligrosos para los demás e incluso para el mismo dueño.

Este tipo de educadores de perros, extraños autodidactas, no podrán culpar al perro, sino a sí mismos, si el perro llega a morderles.

El adiestramiento del perro requiere paciencia, firmeza y dulzura. Si alguien es intolerante o sufre de los nervios, debe abstenerse de dar lecciones a un perro, al menos hasta haber recobrado la calma. El perro no puede comprender el carácter de una persona, o si un día está de mal humor por problemas de índole familiar o laboral.

Además, no debe exigirse nada de un perro que no esté en las debidas condiciones físicas, de la misma forma que si el dueño se halla en mal estado de salud, es obvio que nadie le exigirá ir a su trabajo a hacer esfuerzos físicos. Por lo tanto, si el perro no se encuentra bien, es conveniente suspender momentáneamente las lecciones.

Por otra parte, las inflexiones de la voz son sumamente importantes; una orden impartida con energía y reiterada, no hace falta gritar, sino como si se le estuviera hablando al perro, tendrá un efecto mayor sobre el cachorro.

El gesto que acompaña a la orden ha de ser sólo una forma de aumentar su énfasis. Por consiguiente, adiestrar a un cachorro debería ser, aunque en realidad lo es, un pasatiempo, una verdadera diversión y un pretexto para estar al aire libre.

Sólo de esta manera podrá obtenerse de un cachorro que en el futuro se comporte como un perro maduro en toda la extensión de la palabra, mostrándose fiel a su amo y ejecutando con ahínco sus órdenes.

Se podrá observar, al mismo tiempo, su alegría al obedecer, deseoso de merecer los elogios y las caricias de su dueño, lo que constituye el premio más apreciado para el perro.

En este curso describiremos la forma en que se realizan los ejercicios de obediencia y cómo se dan las órdenes, aclarando que estás siempre deben ir precedidas del nombre del perro. Desde pequeño habrá que llamarle por su nombre, especialmente en el momento de darle la comida o alguna golosina, a fin de que el perro relacione su nombre con situaciones agradables.